Cada año nos gusta empezar con nuevos propósitos, cosas que mejorar, que cambiar, prometerse buenos hábitos con el fin de perder algunos kg… En fin, muchos y buenos propósitos que a veces se llevan a cabo y a veces no.
En su momento y cuando todavía tenía algo de energía interior, me propuse el reto de volver a estudiar, invertir en un cambio de vida, profesión, algo que me gustase y que me permitiese la conciliación familiar. Parece algo imposible pero al final ese esfuerzo, noches sin dormir, compaginar el trabajo con la labor de madre, ese cóctel agotador dio sus buenos frutos.
Y tanto que dio frutos, me acercó a excelentes profesionales y ante todo personas, gané experiencia, vida personal aunque fuese en un ámbito profesional, despertó nuevos retos y aficiones, si, esa fotografía que tanto me fascina y por supuesto un buen trabajo. Gané autoestima, seguridad en mi misma. Como mujer y persona, pues ahí queda la cosa, pero es que la vida no me daba para mucho más…
Han pasado un par de años desde entonces, la vida pasa, cambia, algún que otro tropiezo, disgustos y propósitos frustrados. Entonces llega el abandono y la dejadez en uno mismo, en todos lo sentidos (aficiones, personas, autoestima…).
Y a conclusión de todo lo vivido, he optado en no hacer propósitos, sino retomar mi manual personal del buen hacer, recuperar lo perdido que bastante he dejado por el camino, rescatar lo mejor de mi pasado y de mi persona. Ya dicen que más vale malo conocido y si encima dio buen resultado…
Entonces…
Me quedo con mi cámara Nikon, que tanto tiempo lleva escondida y seguro que esta ansiosa de capturar buenos momentos, lugares, experiencias… Por supuesto prometo compartirlas.
Recupero el aprender a decir NO.
Recupero la dignidad para que nadie se atreva a hacerme sentirme mal, que nadie me haga sentir culpable por el hecho de estar mal, por tener una dolencia y encima tenerme que disculpar.
Recupero mi kit de maquillaje que seguramente esté algo polvoriento.
Recupero la fuerza para que nadie me haga daño gratuitamente, para no aguantar chiquilladas, pues para eso ya aguanto las de mi hijo que tiene 6 años y todavía se pueden admitir algunas.
Recupero mis ganas de aprender, de crecer como profesional y como persona, que todavía hay mucho por mejorar…
Disfrutar, echarle atrevimiento a la vida, que no sean propósitos, sino actitudes.
¿Y tú? ¿Qué te gustaría recuperar del pasado? ¿Qué se puede hacer para mejorar el presente?