Reflexiones, cambios y demás…

No es un abandono ni mucho menos, pero si un cambio de tercio. Me encantan las reflexiones, darle vueltas a la cabeza, compartirlo, pero mi creatividad y mi mente se decantan por otro tercio: el Social Media y redes sociales.

Ya se que muchos pensarán y doy la razón, que a día de hoy hay blogs Social Media de sobra. Cierto, hay muchos y muy buenos.

¿Y a qué se debe este cambio? Desde hace unos 4 años me dedico profesionalmente al sector. Soy Community Manager en esencia, aunque a veces tenga que romperme la cabeza en otras competencias tecnológicas. Ya se sabe que si te metes en este mundillo hay que estar muy, muy al día y aún así se me escapan cosillas, pero bueno, una hace lo que puede…

¿En qué sarao voy a meterme ahora? Pues me apetece y me inspira crear un nuevo blog, nueva fanpage en Facebook…

¿De qué irá este sarao? Social Media y redes sociales. Si, ha sonado muy tajante y nada novedoso pues hay blogs Social Media a raudales.

¿A quién irá dirigido? Pues a todos y a todas. A todos los que hacéis uso de las redes sociales a nivel de usuario. A quienes las usáis como pasatiempo, medio de contacto, etc, porque es lo que hay, porque es lo que nos rodea y nos conecta.

¿Qué marcará la diferencia? Pues simplemente compartiré tips, consejos, recomendaciones para todos aquellos que hacen uso de las redes sociales a nivel NO PROFESIONAL pero que muchas veces les surgen dudas o desconocen como sacarle partido a sus perfiles personales, fanpages, etc… Con un lenguaje sencillo, cercano y muy coloquial iré compartiendo contenidos de las redes sociales más utilizadas.

Un blog Social Media sin necesidad de ser un ‘guru’ o un ‘pro’ del mundillo.

¡Muy pronto verá la luz!

¿Y qué pasara con «Pienso y luego escribo…? No va a desaparecer ni mucho menos, pues se que algún día tendré ansia de compartir alguna reflexión pero lógicamente no será un blog muy activo así que mejor dejarlo así y que vaya «ralentí»…

Lo dicho: ¡GRACIAS!

Y cómo hemos cambiado…

¿Quién no ha cantado o tarareado alguna vez esa mítica y nostálgica canción de Presuntos Implicados? ¡Y cómo hemos cambiado…! Todos aquellos de mi generación la conocéis muy bien.

Pero de canciones no va la reflexión, aunque me haya hecho viajar en el tiempo y me haya dado mucho que pensar, pues han cambiado muchas cosas, demasiadas.

Ya se que las comparaciones son odiosas, pero no he podido evitarlo y mi reflexión va del antes y después, de las nuevas generaciones, el futuro, esos jóvenes, niños, lo que éramos, lo que serán, sin ir más lejos, el presente…

De entrada ya se que opinarán que los padres tenemos parte de culpa, que si el ritmo de vida que llevamos, la falta de conciliación laboral – familiar, nuevas tecnologías, falta de límites… Y no quito la razón, pero aún, así hay cosas que me cuesta encajar. Me cuesta creer que toda la ‘culpa’ sea nuestra y si no a ver quien entiende cuando a un menor se le pone un límite o simplemente se diga NO y a cambio te devuelva una amenaza, desafío o agresión. A ver, que en mis tiempos crecí con límites, con muchos NO, con disciplina, valores, respeto y nunca me encaré a mi familia, profesores…

Adolescentes, niños que se enfrentan a la familia, colegio, policía… ¿Qué les esta pasando? ¿O tal vez se están enfrentando a un sistema? Pues no lo se, pero me preocupa la situación.

Adolescentes y niños que cada día están más etiquetados, que sufren ansiedad, depresiones, largo etcétera de trastornos de salud mental que en mi vida había oído antes. Un antes y un después… ¿Qué esta pasando? ¿Es necesario crear ese masivo etiquetado y clasificado de personas?

Son nuestro futuro, triste e inestable futuro. Un futuro que apenas acaba el bachillerato, y que los que acaban la carrera no encuentran un trabajo digno en el país y se acaban yendo al extranjero.

Lo que nosotros adorábamos, ellos lo odian. ¿Recuerdas esas tardes de calle, de tizas que se convertían en juegos de suelo, de los saltos que dábamos jugando al elástico…? Y un sinfín de juegos inocentes, ingenuos…

¿Recuerdas el ‘Barrio Sésamo’? ¿Las tardes de McGiver o el Equipo A? Recuerdas cuando soñábamos y jugábamos que éramos héroes y que luchábamos por la justicia, por defender al débil e indefenso.

¿Con qué sueñan hoy nuestros jóvenes? ¿Con qué sueñan nuestros niños? Nuestro futuro… Tal vez tenga nombre de ‘Fornite’, ‘reggaeton’, ‘perrear’ y que se yo…

Eclipsados de la vida…

Hacía tiempo que no escribía, falta de inspiración, calor, tal vez la cabeza puesta en otras cosas que nunca mejor dicho, me han traído de cabeza (y lo que queda).

Como muchos habréis visto hasta la saciedad, especialmente en redes sociales, el pasado viernes 27 de julio se vivió uno de los eclipses lunares más largos y espectaculares del siglo XXI. Lo cierto es que fue impresionante además de permitirnos ver a simple vista el mismísimo planeta rojo: Marte.

Pero no me voy a poner en plan astronómico, vuelvo a mi reflexión, pues ese eclipse me dio mucho que pensar y reflexionar…

Mientras lo observaba, tal como lo veis en la imagen (foto hecha por una servidora), sentí la inmensidad de todo lo que nos rodea. Desde las piedras del camino, los arbustos, el faro que tenía justo delante, las personas… Dediqué mi tiempo a ver un fenómeno, que aunque se percibía cercano, estaba a miles de años luz, inalcanzable y que nunca volveré a ver ninguno igual.

Lo primero que me vino a la cabeza fue pensar: ¡No somos nadie! Por un momento me posicioné en el lugar de la Luna y también en Marte, ya que estaba tan cercano esa noche. Y viéndolo del lado contrario te das cuenta de lo insignificantes que podemos llegar a resultar, porque si nos comparamos y pensamos a NIVEL UNIVERSO, pues no somos nadie, bueno, una partícula más, pues en realidad existimos, vivimos, sentimos…

Tal vez seamos algo insignificante si pensamos a NIVEL UNIVERSO, pero cuando miras a tu alrededor, tu entorno diario, las personas que te rodean, familia, amigos, hijos quienes los tengan, un trabajo, una simple puesta de sol, una canción… Te das cuenta de que somos algo grande y privilegiado. ¿Cuál es el problema? Que tal vez muchas veces no lo valoramos, no somos capaces de disfrutar de esos privilegios, no los disfrutamos pues a veces nos desviamos en otras banalidades de la vida, que no son pocas, o en quebraderos de cabeza innecesarios.

Y si digo esto para los que somos ciudadanos de ‘a pie’, ya ni quiero pensar en todos los poderosos que se creen dirigir y encauzar un país, nación, un planeta… Esos que un día se eclipsaron, pero no por la influencia de la luna, más bien por el ansia y afán del poder, mientras que se olvidaron de los principios y valores que realmente importan.

Eclipsados de la vida, de nuestros errores, eclipsados por el materialismo excesivo, por el que dirán y muchas cosas más. Los eclipses tienen un principio y un final.

¿Ponemos final a nuestro eclipse particular?

Azul como el mar, tu corazón…

El mar, ese lugar que tanto te fascina, te hipnotiza, te llena de paz, te apasiona…

Me encanta ver como disfrutas del entorno, del movimiento del agua, su vaivén, su sonido, el aroma que desprende, ese ecosistema único. ¡Cuánta vida hay en ese lugar! Es que no le falta de nada, es perfecto.

El mar, ese lugar que nunca deja de sorprenderte, siempre descubriendo una caracola, una textura, un alga seca, ese tímido cangrejo…

Hay que ver cómo lo disfrutas, hasta el atardecer si hace falta, entonces se vuelve mágico, como si cambiase de color, pero no importa, lo disfrutas igualmente o incluso más porque sabes que a tu madre le fascina el atardecer y le encanta inmortalizar momentos con su smartphone. Pero lo que más le gusta es verte feliz.

Un día el mar y sin previo aviso, decidió recompensarte tu lealtad regalándote un inmenso corazón de color azul.

Era de un azul tan intenso que te transformó, como cuando surge la marea y de repente desaparece para dar paso a un mar en calma. Ahora tu corazón es azul aunque a días, a ratos o por momentos se oscurece, ya no es tan azul, más bien turbio.

Tu corazón es como el mar cuando esta en calma, aunque no nos hemos acostumbrado a los días de marea y tempestad. Nos queda mucho por aprender sobre tu corazón azul, tan adorable, impredecible, desconcertante…

Estas palabras son mi forma metafórica para expresar lo que significa vivir con el espectro del autismo. Tal vez y a mi modo de ver tengan demasiado en común (la calma, los momentos de tormenta, tempestad, su peculiar encanto y una percepción distinta de ver y sentir la vida).

Con el tiempo seremos buenos navegantes y disfrutaremos tanto o tal vez mucho más que hoy. Disfrutaremos de los días en los que el agua este tranquila, habrá un día en el que la marea y la tempestad no nos asuste, los remolinos no nos ahogarán…

Autismo no es sinónimo de aislamiento o del ‘sin sentido’, en ese mundo hay un universo demasiado grande. Hay empatía, cariño, inquietudes, sabiduría, tienen mucho que aportar y enseñarnos… ¿Les invitamos a que nos sorprendan? Gratamente, claro!

Redes sociales vs psicólogos

Siglo XXI, o la era de las prisas, el stress, la falta de tiempo, la corrupción, la hipotética libertad de expresión, los trastornos y el mal ejemplo. ¡Pero qué mal empiezo y qué mal pinta la cosa! Pero no todo es malo, claro que no.

También vivimos en la era de la explosión y avance de la tecnología, la comunicación digital, smartphones y demás sucedáneos, las redes sociales… ¡Y de redes sociales va la reflexión!

Cuando digo redes sociales no puedo evitar echar la vista atrás y recordar aquellos inicios en los que conectábamos con nuestros amigos/as, compañeros de trabajo (jefes no😁), familiares, a través del entrañable chat del messenger de msn. ¿Lo recordáis? Esos zumbidos a primera hora de la mañana, los buenos días, el cotilleo de turno, esa ventanita que subía en una esquina de la pantalla y que tanto nos alegraba el día. Tal vez porque era el ansiado mensaje que esperábamos de esa persona especial… Sinceramente, nos encantaba messenger.

A partir de ahí llegó la vorágine de los chats de grupos y el despertar de Facebook. Inicialmente, Facebook era la red social perfecta para conectar con aquellas personas que apenas teníamos contacto, pero que formaron parte de nuestras vidas. Antiguos amigos del cole, instituto, ese familiar que vive al otro lado del charco y que se comunica mucho en la red social, pero cuando viene a tu ciudad ni se digna a contactar y un largo etcétera de contactos, bueno, los «amigos» de Facebook.

Y entre tanto ‘boom’ de amigos virtuales, surgen las páginas de contactos o búsqueda de flechazos, esas páginas en la que pones tu perfil personal (algo no muy acorde con la realidad) y por supuesto tu mejor cara (con unos cuantos filtros), aunque de fondo se vea el rollo de papel de vater, la cortina de baño, etc… Unas páginas un tanto agridulces, tal vez por la desilusión que te llevas al ponerte cara a cara con la realidad cuando ves que no era lo que esperabas. De todas formas hay que reconocer que no todo es tan malo y al final acabas ganando alguna que otra buena amistad. Vamos a quedarnos con lo bueno.

Mientras el mundo de las relaciones virtuales iba ‘in crescendo’, los medios y dispositivos también han ido avanzando, empezando por los teléfonos móviles. Esos teléfonos que solo te permitían enviar eternos sms, sin imágenes, porque sino la compañía de telefonía te daba el sablazo en la factura. No tenían conexión a internet y el WiFi estaba por llegar. Estábamos en la era del router. ¿Lo recuerdan?

Entonces aterriza el WiFi, smartphones, tablets y demás. ¡Viva la conectividad! Explosión de euforia, aparición de nuevas redes sociales (Twitter, Instagram, Snapchat…) que acaban hipnotizando a la sociedad y van generando nuevas tendencias.

Es el momento en el que todo da un giro social, el momento en el que el uso de las redes se convierte en una necesidad prácticamente vital. El momento en el que necesitamos compartir la foto del café, ese selfie en la playa o en el barito de moda, los pies en lugares donde el pavimento es el protagonista. Una necesidad de ser vistos, aceptados, la búsqueda de la interacción, de la aprobación, y ya ni hablar de los ansiados likes o corazoncitos de Instagram, sin darnos cuenta de que todo esto se ha convertido en una constante vital en nuestro día a día.

El día a día de las redes sociales se ha convertido en un lugar donde el desahogo, las penas, las alegrías, decepciones se expresan libremente. Bueno, lo de la libertad de expresión por desgracia ya es algo cuestionable, no sea cosa que nos penalicen o arresten.

Compartimos comentarios, enlaces, sentimientos, ideologías, críticas, opiniones con miles de personas, pues aunque no nos demos cuenta, cada post, cada entrada, cada tweet, foto, tiene un alcance, unas impresiones, llega más lejos de lo que podamos imaginar. Consecuencia: recibimos respuestas, comentarios de apoyo, comentarios que discrepan, a veces faltas de respeto, lo cierto es que alguien forma parte de nuestras acciones.

A veces me parece que todo esto fuese como un psicólogo virtual. ¿Cómo lo veis? Yo lo veo bien, moderadamente hablando.

El poder de la aceptación

Hay épocas y circunstancias de la vida que te ponen a prueba. Aceptación o resignación, esa es la cuestión. Dos actitudes que a veces tenemos tendencia a confundir, pero en función del camino que tomemos dependerá que nos sintamos mejor o peor.

Con el paso del tiempo y las experiencias de la vida nos llegamos a enfrentar a  muchas cosas. Cosas buenas, otras no tanto, la cuestión es aceptarlas o no, a saber si caemos en la trampa de la resignación. Resignación, un sentimiento con apariencia de aceptación pero con una alta dosis de disconformidad, impotencia y tal vez algo de rabia. Te crees haber aceptado el batacazo o lo que sea, pero en realidad no es así. En consecuencia, malvives.

Pero si en vez de resignarnos decidimos coger el camino de la aceptación, entonces la cosa cambiará.

En el momento que aceptas, sientes que asumes lo que hay, lo comprendes, te tomas tu tiempo para coger fuerzas, pero lo más importante, te llevas consigo las herramientas y las pautas que te servirán para sobrellevar cualquier contratiempo, obstáculo y aunque pueda parecer absurdo, la aceptación te hace sentir mejor, transmite alivio y paz.

Aceptar o resignarse en la vida no es cuestión de centrarlo solo en hechos puntuales, como una mala noticia de cualquier nivel, etc…

Tú decides si aceptas o te resignas ante una pareja, un amigo/a, un hijo, un trabajo, un humilde premio o reconocimiento, la sociedad en general, simplemente tu día a día. Solo tu decides el camino a elegir, después ya se verá…

¿Y tú? ¿Aceptas o te resignas?

 

Lo siento, nunca he visto «Juego de Tronos» o ese momento en el que te sientes un bicho raro

En pleno siglo XXI, en la era de las tendencias, la tecnología, el mundo 2.0, 3.0, 4.0, las series de televisión que mueven masas, Netflix, la manzanita más cool y la madre que nos trajo a todos. De repente me encuentro algo perdida y veo que muchas cosas se me escapan de las manos, o más bien, paso de ellas.

Siempre he tenido fama y etiqueta de bicho raro, viene de serie, no puedo evitarlo. Desde joven iba al contrario de todo. Mientras mis amigas, preferían pasar la tarde en el banco del barrio cuchicheando sobre el chaval guapete del instituto, yo decidí meterme en el mundo de los servicios sociales y de ayuda a los más necesitados, en plan voluntariado. En aquel entonces me dedicaba a los niños. Pues podéis creeros que me gané la medalla de inadaptada social.

He de reconocer que las habilidades sociales no eran ni son mi punto fuerte, así que me la gané con creces, pero necesitaba hacer cosas que me llenasen y que me acercasen a la sociedad, entonces vi que ayudar a quien más lo necesitaba me ayudó a conectar con la sociedad.

Con el paso del tiempo, la edad, la evolución, la experiencia de la vida, maternidad… Me doy cuenta que sigo siendo un poco ese bicho rarillo.

Como escribí al principio, estamos en la era de la tecnología, la era de las relaciones con dispositivos de por medio. Tengo que decir que en ese sentido estoy metida en el mismo saco y de hecho vivo dentro de ese mundillo llamado Social Media, que me da el pan de cada día y que sinceramente, me gusta. Pero también os aseguro que en muchos momentos necesito desconectar de esos dispositivos, necesito dejar de oír las notificaciones de las redes sociales, necesito vivir el mundo real aunque sea viendo la vida pasar en el banco de un parque. ¿A vosotros os pasa lo mismo?

Lo siento, tengo que decirlo, pero en mi vida he visto «Juego de Tronos», ni «Perdidos», tampoco he visto la saga de «Harry Potter» y desconozco la sinopsis de esas series de moda. ¿Sigo siendo una inadaptada? Pido disculpas por ello, pero os aseguro que en el fondo soy inofensiva y si algo me hace feliz en esta vida es poder compartir una tertulia, un café, una charla con discrepancias pero con respeto, un mundo 1.0, una puesta de sol, un poco de soledad aunque me apasione mi mundo Social Media, mi Twitter, Instagram, Facebook…

La estación del miedo

¡No se asusten del título! Ya se que suena un poco a película de terror…

Desde siempre me ha encantado salir sola para hacer fotografía, una de mis aficiones preferidas, acudir a eventos que la mayoría de veces se llevaban a cabo de noche, ir a la academia a estudiar también en turno de noche y un sinfín de cosas que siempre he hecho SOLA, sin problemas y sin MIEDO.

Veréis que destaco en mayúsculas dos palabras clave: SOLA y MIEDO.

Sabemos que muchos pensarán que hay cosas que han pasado toda la vida, pero que queréis que os diga, desde que tenemos tantos medios y sobre todo porque nos vamos por todos lados con el internet a cuestas, es inevitable enterarse de todo lo que se cuece en el mundo, en el país, en nuestra comunidad autónoma, barrio…

Pero mi cabeza le da vueltas a la violencia de género, en el amplio sentido de la palabra. Empezando por las agresiones, crímenes llevados a cabos por las parejas, desapariciones que acaban en desenlaces fatales, violaciones, acoso sexual, acoso psicológico… ¿Pero qué esta pasando? Esta es la maldita crónica negra que protagoniza los titulares de los telediarios, la prensa, las redes sociales…

A lo que venía diciendo al principio, desde hace mucho tiempo he dejado de hacerlo. Hace tiempo que no salgo a fotografiar una puesta de sol, salgo poco, lo justo para ir a trabajar y recoger al niño al colegio. Antes de que se haga de noche ya estoy por casa…

Llamadme paranoica o exagerada, tal vez tengáis razón pero últimamente siento MIEDO.

Cada día acudo al trabajo en metro, ya sabéis como son las estaciones, lo mismo están concurridas que lo mismo no hay un alma, o tal vez alguna solitaria…

Hace unos días, cuando iba de regreso a casa, estaba en la estación y justamente la encontré vacía, sin nadie esperando. Al poco tiempo llega un hombre, se pone delante de mi y empieza a moverse de un lado a otro. Se pone a mirar su móvil, al final se va a otro banco a sentarse. Por un momento sentí pánico, nervios, estaba haciendo un esfuerzo tremendo en disimular esas sensaciones. Al final esta claro que no hay que poner a todo el mundo dentro del mismo saco, pero tampoco hay que olvidar que también hay muchos que están fuera de el.

Odio encontrar la estación solitaria, no puedo evitarlo, me acojona y mucho… Nunca me ha pasado nada, pero lo que veo en el día a día, que transcurre prácticamente durante las 24 horas, es digno de terror, de pánico, me genera una desconfianza tremenda.

Lo dicho, tal vez vaya un poco por la vida con ciertas paranoias, pero la realidad desgraciadamente es otra y esa realidad me produce MIEDO.

¿Hasta cuándo va a seguir todo este infierno?

La taza de café o la gran reina de las redes sociales

No podrán negarme que una de las imágenes que más visualizaciones tiene en redes sociales, especialmente por la mañana, son las tazas de café☕.

Ya podrá ser una taza vacía, llena de café, con mensaje motivacional, acompañada de un portátil, smartphone, una flor, cuaderno, GIF… No importa el elemento o escenario, la cuestión es que la taza es la protagonista. ¡Y lo que nos gusta dar los buenos días con ella! Me incluyo la primera.

Tazas de café seguidas de mensajes llenos de energía y ánimos para afrontar el día. ¡Positivismo ante todo! Especialmente para afrontar los lunes…

No vamos a negarlo, dan mucho juego y la verdad es que podemos encontrar un montón de creatividades con las tazas como protagonistas, y sino, siempre nos quedará la opción de hacer la foto al café que nos tomemos en el bar de la esquina o el café que tomamos antes de salir de casa (para este último no tenemos tanto tiempo).

Sea lo que sea, son adictivas, nos encantan, hipnotizan y siempre quedan bien en cualquier red social.

¿Y vosotros? ¿Compartís alguna taza de café☕ para dar los buenos días en redes sociales?

¿Día de la madre?

Como cada primer domingo de mayo, se celebra el día de la madre. Ese día en el que todas las madres del mundo tienen un reconocimiento especial, como si nos acordásemos de ellas especialmente en ese día y las premiásemos.

Ya se que muchos pensaréis que madre no es sólo un día, madre es 365 días al año, independientemente que seas un crío o un adulto de cuarenta y tantos. Ellas siempre están ahí, presentes, atentas y pendientes de nuestro bienestar, siempre incondicionales.

Con el paso del tiempo el concepto de la maternidad y de la mujer ha ido evolucionando en muchos ámbitos.

Os voy a ser sinceros, he llegado a un punto que este día para mi carece de sentido y que conste que soy madre un niño de 5 años. Un niño al que he optado en inculcarle los valores del día a día, el respeto y la tolerancia. Cosa nada fácil porque no hacen ni caso.

Hoy es de esos días en los que me vienen a la cabeza muchas madres, algunas que conozco, otras que simplemente las veo, las escucho, especialmente en los corrillos que se forman en el colegio.

Esas madres que escucho sus preocupaciones, su malestar y angustia. Más sufrimiento que alegrías porque tienen problemas para conciliar, porque se les viene el mundo encima cuando sus hijos enferman y no pueden cuidarlos porque no pueden pedir ese permiso especial en su trabajo. Esas madres que las tienen mareadas porque cada dos por tres les citan para una tutoría ya que su hijo no se comporta según cánones establecidos. ¡¡¡Y ya ni os cuento cuando llega el verano y se acaba el curso!!! Madres solas, madres separadas, madres con pareja, a veces no las veo contentas, dicen estar cansadas. Algo esta pasando…

Hemos llegado un punto en el que la crianza y educación de nuestros hijos se ha convertido en una odisea. Algo ha cambiado y no para bien, precisamente.

¿Entonces que celebramos hoy? Tal vez algún día celebremos algo cuando algunas cosas cambien, el sistema por ejemplo, entre otras cosas.

Aún así, tenemos algo muy claro y como bien dice el dicho: madre no hay más que una.

 

 

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